#154: El héroe del día - 2009-07-27
Hugo se refería a Rosa. Ella le había dicho eso tantas veces, y ahora estaba dolida por las tonterías que decía Hugo.
- Hugo...
- ¡Apareciste! ¿En qué andabas pensando? ¡Ven a conversar con nosotros, Rosa! ¿O no tienes nada que decir?
- ¿A conversar o a pelear? Porque sí, tengo algo que decirte, Hugo. En primer lugar, ese día cuando te reté, no fue precisamente por un manzano de más de siete metros de altura lleno de fruta deliciosa. ¡Ni siquiera era un árbol adulto! Ese árbol al cual te subiste no estaba cuando llegamos allá a la casa... ¡Y ya le habías roto varias ramas, y te las mostré! Ahora te pido gentilmente que me muestres cuál es la rama que yo he roto al subirme a este árbol...
Ya casi no habían de las manzanas que botó Pedro en el suelo. Esas manzanas habían caído solas, sin ramas. Y no había otra rama en el suelo en varios metros a la redonda... sólo un montón de hojas.
- Tú te preocupas sólo cuando te conviene, cuando puedes decir que prefieres que las manzanas te las den a la boca. ¿Con qué cara vienes y me dices que yo...?
- Perdón, yo lo único que quería decirte es que te contradeciste...
- ¿Porque me subí también a un árbol? ¡No vas a comparar! ¡Nosotras subimos a buscar alimento, no a buscar una estúpida pelota de fútbol! ¡Y no rompemos las ramas como otros! ¿Puedes decir que cuidas mejor los árboles que nosotras? Mejor cállate, ¿Sabes?
Hugo no supo defenderse ante estas palabras. Eliana aplaudía a su hermana, mientras Pedro se reía... aunque en el fondo estaban los tres asustados; pocas cosas son más terribles en la vida que ver a una persona como Rosa perder su paciencia y enojarse con uno.
- ¡Ay, chiquillos! - Eliana sugirió - ¿Saben? Estamos peleando por puras tonteras, y eso no nos hace bien. Parece que el hambre nos chifla, chiquillos, pero con nuestro hallazgo de manzanas espero que ya ni tanto. Pasando a otro punto, Rosa, ahora que estás de nuevo con nosotros... ¿No sentiste cómo se te tiraban encima esos animales?
- Rosa: No sentí a ni uno... Es que anoche casi no pude dormir y todavía tengo muchísimo sueño...
Rosa bosteza.
- Rosa.. no me mires a mí... con Pedro te cargamos durante más de una hora y...
- Medio cuco, Hugo. No te preocupes, Rosa. Si te quedas dormida, yo te cargo.
- ¡Vaya que amaneciste amable, Pedro! ¡No sólo eres el héroe del día si no que también...!
- ¡Sí, Eli! ¡Soy el héroe del día!
- Te felicito.
- Gracias.
- ¡Pero debo decirte que te durará sólo hasta que lleguemos a algún pueblo o algo!
- ¿A qué te refieres, Hugo?
- ¡A que la Eli nos va a dar de comer porque tiene plata!
- ¿Qué? ¿De dónde sacaste que tengo plata, eh?
- Eli, tú siempre tienes plata. Lo sabemos.
- ¿Siempre?
- ¡Vamos! ¡Justo ahora que estamos completamente solos y no sabemos ni donde estamos...!
- Bueno, sí, tengo plata, pero...
- ¡Magnífico!
- Pero no sacamos nada si no hay dónde gastarla en kilómetros a la redonda...
- ¡Es cierto! ¡Pero promete que cuando encontremos dónde vamos a comer! ¿Sí?
- No quiero pensar en gastar mi plata mientras hayan manzanas en nuestros bolsos.
- Yo no tengo manzanas en mi bolso. ¿Pedro, Rosa?
- Cinco manzanas alcancé a recoger.
- ¡Yo tengo tres no más!
- ¡Y yo tengo diez! ¡No te preocupes, Hugo! ¡Hay para comer, caminemos y no nos aburramos ni pensemos en idioteces! ¡Dejemos nuestras energías para el camino, y sigamos! ¿De acuerdo?
- Supongo. ¿Me dejas llevar algunas de tus manzanas?
- Bueno, llévate cinco. Sin comértelas.
- Vale.
Ahora las cosas estaban más a favor de los chiquillos. No sólo tenían fruta para pasar el hambre, también tenían dinero para cuando la fruta se acabara. A poco andar encontraron una noria abandonada. Pedro sacó de su equipaje un tarro que contenía algunas cosas para doña Ester, lo vació y echó las cosas en una bolsa. Lavó el tarro y lo llenó con agua. En eso estaba cayendo la noche, así que decidieron detenerse ahí y prender una fogata, usando unos fósforos que Eliana tenía en el bolsillo. Sobre la fogata hirvieron el agua del tarro, y se hicieron té con unas bolsas que habían en la mochila de Pedro. Después de tomar té, apagaron la fogata y decidieron dormir.