#153: Apfelbaum - 2009-07-23

Tras mucho caminar por un bosque desconocido y poco amistoso, el hambre empezó a ser una preocupación seria. Sobre todo para Eliana, la más pequeña y débil del grupo, quien aún sufría por las secuelas de la protesta que sostuvo contra su madre durante la pasada primavera. Poco conocían de las plantas comestibles que, si uno busca bien, son más bien fáciles de encontrar en los bosques del centro y sur de Chile.

Pero Eliana estaba más preocupada por sus hermanos, acostumbrados a comer en cantidades bastantes superiores a las de la mayoría de sus amigos, a consumir una cantidad de calorías que diariamente gastan en sus juegos y actividades. Ella sabía que Rosa tenía mucha paciencia y que mantendría la calma a pesar del hambre, pero que Hugo y Pedro carecían de esa virtud. Al contrario, eran bastante irascibles con el estómago vacío...

Así, Eliana trataba de desviar la atención de sus hermanos, para evitar que el hambre les impida continuar, hablándoles principalmente de temas científicos y tecnológicos que ella había estudiado durante sus visitas a la biblioteca.

Entonces, Rosa observó algo interesante a la distancia:

- ¡Chiquillos! ¡Hay un árbol de manzanas en medio del camino!
- ¡Ay, me asustaste! - saltó Eliana, quien inmediatamente olvidó el tema del cual estaba hablando.
- ¡Vamos!

Y sin pensarlo dos veces, Rosa corre hacia el árbol y lo trepa velozmente, como si fuera una ardilla. Ese alto árbol crecía en medio del camino de tierra húmeda y fértil, lejos de la propiedad de nadie. Y estaba lleno de jugosas frutas que estaban ahí para quién se dignara a recolectarlas... Y Rosa amenazaba con comérselas todas, así que Eliana la siguió, llegando arriba del árbol de un sólo brinco.

- ¡Niñas! ¡Esperen!

Ellas están ahora arriba del árbol, eligiendo entre las frutas. Hugo y Pedro se quedaron atrás, sorprendidos por la reacción de las niñas. Se acercan, pero están más cansados que sus hermanas (Sobre todo Pedro, quién tuvo un duro combate hace algunas horas), así que no pueden trepar. Pedro, furioso por ello, toma vuelo para darle un tremendo puntapié al manzano, y todo su contenido se viene abajo, incluyendo a las niñas...

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- ¡Pedro, qué hiciste! - reclamó Rosa.
- ¡Todas estas manzanas tiradas en el suelo! - añadió Eliana.
- ¡Bien hecho, Pedro! ¡Grande! - apoyó Hugo.
- No debiste hacer esto. - Eliana increpó a Pedro. - ¿Porqué no subiste mejor?
- ¿Subir? ¡Con todo lo que me hicieron esos perros de mierda!
- Si sé que...
- ¡Tú no sabís nada, porque apenas te alcanzaron a tomar de las mechas! ¡En cambio a mí me dejaron todo mordido!
- ¡Pero a Rosa también la mordieron, e igual subió! ¡Y a ella sí que la mordieron harto...!

Rosa no tuvo tiempo para corregir a su hermana, para decirle que no la habían tocado...

- ¡... y no se queja en nada!
- ¡Oh, eso es verdad! - dijo Hugo - ¡Y eso que a ella siempre le decimos "llorona"! ...En cambio a tí los perros ni te tocaron, Eli.
- Pero igual subí.
- Medio cuco.
- A Rosa los perros no la tocaron. - corrigió Pedro - Habían como cincuenta animales alrededor de ella y la estaban puro mirando como quién observa un monumento... Lo que sí es que la lengüetearon harto... ¡Y yo los correteé a todos!

Rosa sólo atinó a asentir con la cabeza, mientras limpiaba otra manzana.

- No, si yo alcancé a ver que un perro le clavó los dientes en una pierna... [...]
- Era perra, Hugo. Y una perra muy hambrienta. Creo que era la jefa de la jauría, y como sabe reconocer la carne de buena calidad, quiso darle la primera mascada... ¡Por eso ninguno de ellos te mordió, Hugo! ¡Serán perros pero no comen cualquier porquería!
- ¡Y a la Eli se le tiraron unos pocos no más porque apenas sirve pa' hacerse una "Sopa para Uno"!
- Chistoso. Y los que te atacaron, esos sí que no fueron muy cuidadosos, porque con tanta grasa... ¡Tal vez iban a hacer chicharrones contigo! Ja, ja, ja...
- ¡Grasa! ¡A donde la viste! Esto que ves aquí, hermanita, es 100% puro músculo, de primera selección, así que no vengas con leseras... Además que yo no soy presa fácil para que me ataquen demasiados perros. El que se me tira encima y yo que lo hago bistec.
- Sí, claro...
- ¿Cómo que sí claro? ¡Yo fui el que pegó la salvada! ¡Yo fuí el que les pegó a todos los perros! ¡Yo soy el campeón! ¡Y eso, tú nunca me lo podrás negar!
- Bien, eso es cierto. Pero eso de que no eres presa fácil no te la creo, porque con tu velocidad de escape...
- ¿Y tú? ¡Jamás te la podrías con uno de esos tú sola! ¡Pero más fácil para ti es arrancar! ¿No?
- No creas. Yo tomé un palo y le pegué a varios de esos perros también...
- Te creo... Fue muy chistosa esa escena tuya con el palito y debajo del doberman... ¡Ja ja ja ja!
- Sí, si sé que no me puedo comparar contigo en cuanto a pelear, pero no me las llevé peladas... Mira este que me mordió justo en la cintura.
- ¡Ah, el chihuahueño...! ¡Ja, ja, ja, ja..!
- Bueno, sí... el chihuahueño que me traía arrastrando del pelo... - Eliana bajó la cabeza, avergonzada - ...está bien, tu ganas. A todo esto, al Hugo sí que ni lo tocaron.
- ¡Es cierto! Además que andaba llorando recién que el perro, que el perro y el perro... Hugo, ¿Te mordieron?
- ¡Sí! ¡Mira cómo me dejaron los jeans esos malditos! ¡Mira!
- ¡Pero los puros jeans! ¿Y? ¿Alguna herida de combate? ¿Donde? ¡Porque de algo tenías que andar llorando! ¿A ver?

Hugo se sube una pierna de los jeans, y muestra lo que a esa hora sólo era una rasmilladura muy leve.

- ¡Uy, si por poco te cortan la pierna a pedacitos y quedái inválido...! ¡Ja, ja, ja! ¡No creo que eso te haya impedido subir al árbol!
- ¿Y para qué? ¿Para que alguien que no quiero decir su nombre y que también subió y está comiendo manzanas como tonta, me ande llorando, gritando y retando? ¡Que no te subas a los árboles porque destruyes las ramas, que los árboles son vida, y que...! ¡EH! ¡PAD... MADRE GATICA PREDICA PERO NO PRACTICA! ¿A quién le habrá caído? ¿A donde habra quedado su bello sentido ecologista que...?