#205: Ropa para el invierno - 2010-11-29
5 de Febrero de 1995
Doña Atsuko despertó a Rosa de un tirón de mechas, regañándola.
" ¡Ay! "
" ¿Qué haces durmiendo tan empelotada? ¡Hay dos grados de temperatura! ¡Tápate con el futón, o vas a resfriarte! "
" ¡Noooo! ¡Está muy caliente ahí debajo, me sofoca! "
" ¿Eh? ¿No estará enchufado todavía el kotatsu? "
" No. Recuerde que yo misma lo desenchufé. "
" Hmm... " - Doña Atsuko inserta su mano por debajo del futón. - " Pues yo siendo que está tibio. "
" Déjela, doña Atsuko " - Doña Clara interrumpe - " Rosa tiene otra sensibilidad. No le gusta el calor. "
" ¡Pero hace tanto frío! ¡Al menos que se ponga una frazada encima! "
" Rosa siempre anda con polera en invierno. Hace un año y medio, pasamos las vacaciones de invierno en Talca, y un día cuando despertamos Rosa estaba jugando afuera en el patio, y habían cinco grados BAJO CERO. "
" ¡Santo Dios! "
" Sí. Pero por otra parte, ahora cuando nos bajamos del bus en Santiago, eran como las doce del día. Después que almorzamos, salimos a tomar la micro hacia el aeropuerto, y Rosa se desmayó. Habían como 30 grados... "
" ¡30! ¡No es tanto calor como para desmayarse! ¡Ten cuidado, eso puede ser baja presión sanguínea o deshidratación! "
" No sé. Una señora le tomó la presión y dijo que estaba normal, y Rosa siempre toma mucha agua. Lo que sé es que a Rosa le molesta mucho el calor y le gusta el frío... Por otra parte, Hugo y Eliana son muy friolentos... "
" Pero eso es porque son más flacos. "
Rosa se quedó dormida rápidamente, mientras doña Clara y doña Atsuko hablaban. En algún minuto, doña Atsuko llamó a doña Clara para que la ayudara a sacar una olla caliente y muy grande de la cocina. Salieron a la calle, y llegó una camioneta con unos señores vestidos de negro, con gafas oscuras, que más gesto que una reverencia silenciosa a la dueña de casa, cargaron la olla sobre la camioneta, al lado de unos sacos de azúcar y unas cajas con pan. Don Carlos apareció desde dentro de la casa, con un paquete con té y otro con fideos. Se retiraron inmediatamente.
" Voluntarios. Ellos están levantando a Kōbe. Y mientras tanto, en la alcaldía tienen toneladas de fideos, medicamentos y otros víveres acopiados, y no mueven un dedo para distribuirlos. Para esos zánganos burócratas, es más importante el protocolo que la vida de los ciudadanos. "
Un par de horas más tarde, doña Clara despertó a sus hijos para tomar desayuno. Luego, lo prometido: salieron a comprar ropa, todos menos don Carlos.
" Una amiga tenía una tienda de ropa cerca de Sannomiya. El edificio se vino abajo, así que ella está liquidando todo lo que puso sacar. Me dijo que va a donar las ganancias a un centro de voluntarios, así que quiero que me acompañen. Tenemos que ir luego, porque ya tiene varios interesados. "
No había locomoción. De hecho, el camino estaba cortado en varios tramos, debido a los edificios que se cayeron y que todavía no habían sido demolidos. En un momento, llegaron a una calle que ya no tenía salida, ya que un edificio estaba bloqueando toda la pasada.
Doña Clara se lamentó: " Uf. Tendremos que darnos la vuelta. "
Pero antes que pudiera retroceder, Rosa y Pedro tomaron a doña Clara por ambos lados, y saltaron con ella, subiendo hasta sobrepasar el edificio. Los demás, incluso doña Atsuko pasaron el edificio por sus propios medios.
En el negocio de doña Hiromi ya habían cinco clientes, cuatro de ellos de edad avanzada, incluyendo una señora vestida con unos harapos. Doña Hiromi tiene lástima de esa señora, y decide regalarle la ropa que tomó, a lo que la señora responde un tanto molesta, asegurando que tiene dinero y que puede perfectamente pagar por esa ropa.
" Ah, Nishida-san! " - Doña Hiromi saluda a doña Atsuko - " Ohayō-san! Irasshai! "
" Ohayō, Hiromi-chan! Koko ni watashi no Chiri no kazoku desu. "
" Sugokunai ya! ¡Pasad, por favor, chirenos, y eregid ro que os guste! "
" ¡Gracias! " - contestan los Martínez Gómez al unísono, sorprendidos por el 'casteryano' de doña Hiromi y comienzan a buscar entre lo que hay.
" No olvidéis que debéis haceros de botas de invierno. " - advirtió Atsuko - " Os esperan días de lluvia y nieve. "
Todos eligieron abrigos de invierno, menos Rosa que prefirió un suéter de lana que prefirió no usar a menos de que realmente hiciera mucho frío. Hugo encontró una polera blanca que le gustó mucho. Clara y Pedro llevaron jeans, mientras que Juan y Hugo optaron por pantalones deportivos, los únicos que quedaban.
Eliana no encontró pantalones de su talla, pero sí unas medias muy gruesas, las que combinó con una minifalda tableada. Rosa quería una falda, pero no había ninguna que le gustara o que fuera de su talla.
" Oye, pruébate estos jeans. " - Atsuko le dijo a Rosa.
" ¡No, esos son muy angostos! Además que no me gusta usar pantalones, prefiero usar faldas. "
" No debes usar faldas en Sapporo. Hace mucho frío allá, te vas a congelar. "
" ¿Sapporo? "
Atsuko entonces nota que entre la ropa hay un pantalón verde sandía, muy amplio.
" Entonces usa esto. Es casi como un vestido. "
Rosa sin pensarlo dos veces partió a probarse. Cuando volvió, Atsuko le dijo:
" ¡Oye, era broma! ¡No pensarás andar así! ¿O sí? "
" No importa. Sé que no son muy bonitos, pero me quedan muy cómodos. Los llevo. "
Todos la quedaron mirando. Rosa podría pasar completamente y sin mucha dificultad por dentro de cada una de las piernas de esos pantalones. A Rosa no le importó mucho, y pronto le agradó la idea de no tener que mostrar sus piernas, blancas, gordas y llenas de cicatrices por porrazos y otros accidentes.
Finalmente, todo salió alrededor de 22.000 yen, lo cual es una cifra irrisoria comparado con el valor de mercado que todas esas prendas tenían en el mercado. Sólo en las botas ya habrían gastado más de 30.000 yen.