#243: Hora de volver a Chile - 2011-09-21

Volvieron a Kōbe de madrugada, y pronto estarían durmiendo. El viaje a Kyōto se hizo muy corto, a pesar de que estuvieron todo el día recorriendo parques, templos y otros lugares importantes. Gran parte del tiempo se fue en la visita a Nanzen-ji (南禅寺), aunque también visitaron Kiyomizu-dera (清水寺) y otros templos, además de pasar por la ciudad.

El jueves 16 en la mañana, Eliana despertó sintiendo un gran peso sobre su cuerpo. Trató de incorporarse, pero se vio envuelta en algo que parecía una frazada muy gruesa, con muchas capas de distintos colores.

- " ¡Eliana! ¡Al fin despertaste! " - le dijo la abuela Atsuko.

- " Abuela... ¿¡Qué es esta cosa en la que estoy envuelta!? ¡Es muy pesada! "

- " Eso, mi niña linda, es el mayor tesoro material de nuestra familia. Es un jūnihitoe (十二単衣), o "traje de doce capas", un kimono muy elegante que antiguamente sólo usaban las damas de la corte imperial japonesa. "

Eliana quedó pasmada. Atsuko prendió la luz, ya que la mañana era oscura, y Eliana contempló la magnificencia del traje en el cual estaba envuelto, quedando atónita por varios minutos.

- " Esto... en verdad es un traje muy fino y distinguido. Es realmente hermoso, me encanta... pero yo no soy una dama de la corte imperial. Soy sólo una niña, y no peso más de 20 kilos. No puedo vestirme con semejante traje. "

- " ¡Jajaja! ¡Este jūnihitoe pesa 22 kilos! ¡Es más pesado que tú misma! "

- " ¡Sí! ¡Quítemelo por favor! ¡No puedo moverme! "

- " Espera un poco, que quiero que nos saquemos una foto. Ya debe llegar Rosa del encargo que le hice. "

Efectivamente, Rosa llegó de su encargo. Vestía de kimono, aunque uno común y corriente, al igual que la abuela.

- " ¡Un grandulón me empujó fuera de la fila cuando era la próxima a ser llamada! ¿¡Quién dijo que los japoneses eran todos respetuosos y ordenados!? "

- " Eso suena estereotípico, Rosa. ¿Y qué hiciste con el tipo ese? "

- " Lo tomé en brazos y lo saqué de la fila, dejándolo sobre una banca. Entonces al tipo se le quitó todo el apuro, me pidió perdón y se fue al final de la cola. Entonces me llamaron. Dijo que 'la devolución sería el 3 de Abril'. "

- " ¡Burócratas miserables! ¡Siempre con sus malditos protocolos y formalidades! ¡Da lo mismo que Kōbe esté en ruinas y que muera gente o pierda sus hogares! "

Rosa asintió con la cabeza, luego miró a Eliana. Entonces, la abuela le explicó por qué ella estaba vestida así.

- " ¿Por qué yo, abuelita? " - protestó por última vez Eliana - " ¿No sería mejor que Rosa se pusiera este... yu-u-ni-ji-to-e o como se llame? Creo que le quedaría mucho mejor que a mí, y ella tiene mucho más fuerza. "

- " Pero el cabello de Rosa no es lo suficientemente largo. En la era Heian, las damas de la corte imperial se dejaban crecer el cabello muy largo; de hecho, la cola de este traje está diseñada para no arrastrar el cabello en el suelo. "

- " ¡Ja! ¡Mi cabello arrastrará de todos modos! Bueno... supongo que ya querrás que nos saquemos la foto de rigor antes que colapse bajo el peso de estas doce capas... "

En eso Hugo baja del segundo piso.

- " ¿Alguien dijo fotos? "

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El viernes a medio día, los Martínez Gómez tomaron nuevamente el tren bala en dirección a la ciudad de Nagoya, desde donde tomaron otro tren hacia Nagano, a donde llegaron al anochecer. Un bus los dejaría a quinientos metros de la casa de la familia Mori Nishida, en un pueblo olvidado en los Alpes Japoneses.

Era una vivienda enorme - para los estándares japoneses - en un terreno que, en otro lugar de Japón, habría costado una fortuna, pero que había sido comprado a bajo costo - de nuevo, para los estándares japoneses - porque ya nadie quería vivir ahí. Los jóvenes en cuanto podían emigraban a Nagano o a otras ciudades más grandes, para buscar empleo, dejando a los ancianos a su suerte. Muchas de las viviendas en el pueblo no han mostrado signos de actividad humana desde los sesentas; probablemente los habitantes de más de alguna de esas casas hayan muerto ahí, sin que nadie se haya dado cuenta, quedando sus cadáveres a merced de los elementos.

Pero los Mori Nishida eran todos relativamente jóvenes. Naoko nació cuando su madre, ahora (en 1995) de 30 años, iba aún en preparatoria. Su padre, de 32 años y profesión arquitecto, había construido esa casa a su gusto, mezclando elementos tradicionales japoneses con una base contemporánea, en una pendiente bastante pronunciada.

Naoko aún estaba vestida con su uniforme de secundaria, el cual era prácticamente idéntico al que Rosa había visto en un sueño que tuvo mientras viajaban de Tōkyō a Ōsaka. Sólo atinó a darles la bienvenida y hacerlos pasar, para luego volver a una tarea bastante complicada que ella estaba haciendo. Los niños se ofrecieron a ayudarla, pero Naoko prefirió no recibir ayuda.

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La mañana del sábado fue muy fría, y a ratos caía nieve. Entonces los Martínez Gómez salieron a la terraza, y contemplaron una vista magnífica, la cual no estoy artísticamente capacitado para replicar. Realmente este pueblo estaba perdido en las montañas, en un pequeño valle. Nagano estaría detrás de un cerro al otro lado del pueblo, pero eso no le importaba a nadie. Los niños sólo querían jugar con la niña japonesa de cabello largo (pero no tanto). Entre prácticas de Karate, monos de nieve, guerras de nieve, ajedrez, videojuegos y una pequeña excursión por los alrededores, no había manera de aburrirse.

Estuvieron ahí hasta el Martes en la mañana. Naoko sabía que ya no los volvería a ver en mucho tiempo, y se puso a llorar al despedirlos. Era la primera vez en diez años que esta chica, poco dada a sentimentalismos, lloraba de esa manera. Ella les dijo que quería conocer Chile, y que mantendría correspondencia con los Martínez Gómez.

Los Martínez Gómez estuvieron un par de días más en Kōbe con los abuelos, principalmente realizando diversos encargos. Así, pronto llegó el 24 de Febrero. Ya estaban todos despiertos en la madrugada, con las maletas listas para volver a Chile. Sólo faltaba una cosa por hacer.

- " ¡お誕生日おめでとう, Rosa! " - le deseó la abuela Atsuko mientras entraba con una torta, del mismo color que una que Rosa vio en otro sueño...

- " ¡Omedetō! " - todos agregaron al unísono.

Luego, le cantaron el cumpleaños feliz (en castellano), y le pidieron a Rosa que pidiera un deseo. Las palabras de Rosa sacaron a todos de sus casillas:

- " Quisiera... ¡Quisiera que nos pudiéramos quedar aquí para siempre! "

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- " ¡NOOOOOOOOOO! " - Hugo gritó, horrorizado por la idea.

- " Sí, Hugo, entiendo. Te mueres de ganas de volver a Chile, extrañas a Carola, lo sé. Además, no podríamos quedarnos aunque todos quisiéramos. Es sólo una tonta, egoísta ilusión. ¡Perdónenme! "

En realidad, sólo Hugo estaba en franco desacuerdo con la idea de quedarse en Japón. Incluso Clara, la única de los presentes aparte del abuelo Carlos que no tenía sangre japonesa, se mostró tentada por la idea de vivir en un país desarrollado, que teóricamente no tendría problemas de levantarse tras el terremoto que destruyó gran parte de esa ciudad, y decirle adiós no sólo a ese mísero pueblucho en la costa central de Chile, sino también a la pobreza a la que esa familia parecía condenada.

- " Además, " - agregó Juan, mientras su madre repartía la torta - " de nosotros la única que domina el lenguaje Japonés es Rosa. Ya les dije que sólo me acuerdo de la terminología que se usa en Karate. Además, el cambio cultural afectaría demasiado a los niños, tendrían que costumbrarse a la educación y las costumbres japonesas. No sé si podrían hacerlo. "

- " Tienes razón, papá. " - Eliana respondió - " Yo quizás no tendría tanto problema como mis hermanos, incluso ya aprendí varias frases en Japonés, pero sé que sería muy difícil. Nosotros ya nos criamos en Chile, somos chilenos, no podemos cambiar nuestra manera de ser tan de repente. Además, si Japón es tan avanzado es porque debe tener un nivel educacional distinto, creo que todos nosotros tendríamos que retroceder uno o dos años para poder nivelarnos con nuestros compañeros japoneses. "

- " Sí. También estoy preocupado por el tema de encontrar trabajo aquí en Japón. Tendría que conseguir una visa de trabajo, y aún así sólo podría estar durante un tiempo aquí. "

- " ¡Pero hijo! " - exclamó Atsuko - " ¡Tú no necesitas una visa de trabajo! ¡Eres un nisei (二世), puedes sacar una visa de hijo de ciudadano japonés y venir a vivir aquí! ¡Estás en mi Koseki (como chileno, eso sí, ya que pensábamos quedarnos allá antes del Golpe)! ¡Puedes incluso hacerte ciudadano japonés tú también! ¡Tu hermano Miguel es ciudadano japonés! ¡No tendrías ningún problema! "

- " No sé, Mamá. No sé si pueda adaptarme a la vida y el trabajo en Japón. Miguel aún era un muchacho cuando ustedes se vinieron desde Chile. Y yo me quedé allá. Han pasado 21 años, ya hice mi vida allá en Chile. No, Mamá. No podría hacerlo. "

Entonces, Juan tomó sus maletas y el trozo de torta que le quedaba, y salió de la casa.

- " Ya habíamos tenido esta conversación, niños. " - Carlos dijo, cabizbajo. - " Hace diez años, le dimos a Juan una copia del koseki y otros documentos que él necesitaba. Incluso ya teníamos vista una casa muy bonita para que ustedes vivieran. Pero él nunca quiso hacer los trámites para conseguir la visa. Prefirió quedarse en Chile... "

- " Así es, don Carlos. Yo lo recuerdo como si hubiera sido ayer. " - Clara respondió, con una mirada decepcionada en su rostro.

Pronto los demás saldrían de la casa. Eran las cinco de la mañana, y Atsuko los acompañó al paradero de buses. A las seis y cuarto tomarían el primer tren desde Ōsaka, con destino al aeropuerto de Narita, aprovechando los últimos minutos disponibles del Japan Rail Pass.

Antes de despedirse de Atsuko, Eliana le hizo la siguiente pregunta a la abuela:

- " Abuelita... ¿por qué cuando sales a la calle usas esa peluca gris? "

- " Oh, Eliana... bueno, no me gusta presumir de esto, pero supongo que ya te habrás dado cuenta de que no parezco precisamente una mujer de 56 años. "

- " Bueno, sí, eso es verdad. Usted aparenta mucha menos edad. "

- " Pues bien, mi atractivo físico me ha dado muchos problemas. He roto muchos corazones, incluso de hombres muy jóvenes, gracias a eso. A veces me he defendido sola, otras veces es Carlos quien me defiende, pero siempre sale alguien herido (y no somos nosotros). Así que decidí usar esta peluca, para verme más 'vieja'. "

- " ¿Tanto así, abuelita? Aunque, ahora que lo dices, yo también he recibido muchos cumplidos y atención no deseada gracias a mi cabello, y eso que soy una niña fea, chica y flaca como palo. A Rosa que la piropeen eso lo entiendo, ella es muy bonita. ¿¡Pero a mí!? ¡Horror! "

- " No eres fea, Eliana. Y, en particular aquí en Japón, a los hombres les encantan las jovencitas de baja estatura y figura estilizada. "

- " Sí, ya me he dado cuenta... "

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