Eliana: ¡Ay, estoy aburrida!

Eliana: Sin clases, sin reemplazos...

Eliana: Mejor voy a la biblioteca, o a dar un paseo...

Eliana: ¿Y tú? ¿No estudias?

Rosa: No. ¿Pa' qué?

Eliana: ¡Tu prueba espe­cial! ¿Acaso no piensas darla?

Rosa: Me irá mal de nuevo. Ya repetí, Elia­na. No tiene sen­tido seguir sufriendo.

Eliana: ¡No puedo creerlo, Rosa! ¿¡Después de to­do lo que te has es­forzado, y justo aho­ra que ibas mejor, vas a tirar la toalla!?

Rosa: Sí. Ya no puedo más. Me rindo.

Eliana: ¿...Mamá sabe? ¿Y qué hay de Rafael?

Rosa: ... Mejor no ha­blar con ella... Y Rafael tam­bién es una causa perdida.

Eliana: ¡No hablo de eso! ¿No es tu mejor amigo? ¿Para qué entonces fuiste a estudiar tantas veces a su casa?

Rosa: Es verdad. Ya no quiero mo­lestarlo con mis problemas.

Eliana: Ah. Estabas aquí.

Clara: Sí. ¿Ya te rendiste?

Eliana: Es que no veo por dónde. ¿Hablaste con ella?

Clara: No. ¿Para qué? No voy a exigirle nada más. Ya tuvo suficiente.

Eliana: ... Esto no está na­da de bien...

Eliana: Rafael. ¿Qué haces aquí?

Rafael: ¿Eh? Vine a ver a Rosa... Sobre su prueba especial.

Eliana: Hmmm... Ya, pasa. Pero nada de fal­sas ilusio­nes. Recuer­da lo que te dije en la biblioteca.

Rafael: ¡Ay, Eliana! ¡No seas tan desconfiada!