Clara: ¡NOOOOOO! ¡MI HIJA! ¿¡DÓNDE ESTÁ MI HIJA!? ¡¡¡MI HIJAAA!!!

Clara: Así estaría ahora, María, si hubiese sido cualquier otra hija. Tienes mucha suerte de que Eliana sepa cuidarse sola.

María: ... Clara... perdóname, no me di cuenta...

Clara: ¡Habría sido una tragedia! ¡Una hija mía, sola y desamparada! ¡No! ¡Me muero, TE MATO! Pero sé que Eliana va a estar bien.

Clara: Nada. Seguiremos hasta Talca. Llega­remos a donde mis padres, y desde ahí llamaremos por teléfono a la casa.

Clara: Volveremos a llamar cuando Juan vuelva del trabajo. Eliana debería quedarse con él en casa.

Clara: ¡CÁLLATE! ¡Nos dijiste que Eliana estaba durmiendo contigo!

Clara: ¡Si no puedes distinguir entre un peluche y tu tataranieta, ya no puedo confiar en ti!

María: María: ... Oh...