#379: Pensamientos en la piscina - 2015-07-27

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Mientras los niños jugaban a la pelota, las niñas disfrutaban de la piscina y conversaban entre ellas. El profesor, ajeno a lo que hacían sus egresados alumnos, jugaba al billar con algunos de sus familiares. Aparte de ellos, no había nadie más en el casco de la “estancia”; la temporada de atención es entre el 2 de enero y la semana anterior a semana santa, y los empleados recién comenzarían su trabajo el lunes 18 de diciembre.

Aunque aún le decían “estancia”, la extensión de tierras que pertenecía a Don Damián (el abuelo del profesor) estaba muy lejos de las dimensiones de lo que comúnmente se conocía por ese nombre en el Cono Sur. Eran 25 hectáreas de terreno, incluyendo bosque, terreno ganadero y una pequeña viña, los que probablemente se repartirán entre los herederos tras la muerte de don Damián, quién en 1995 cumplió 73 años. En 1987, después de un año particularmente malo, a los trabajadores del campo se les ofreció retirarse con un finiquito importante, pues Don Damián aprovecharía esa oportunidad para retirarse de la actividad. De a poco Don Damián ha ido vendiendo su ganado y dedicándose principalmente al turismo rural, pero sólo como pasatiempo, no con ambiciones a largo plazo.

Han habido muchas conversaciones entre los herederos sobre el futuro de la “estancia”. Aunque todos ya hicieron su vida en otros lugares, y entre los hijos no hay mayor interés, a algunos nietos, incluyendo el profesor, les gusta la vida de campo y estarían interesados en mantener la “estancia” dentro de la familia. El problema es principalmente económico, ya que entre los interesados no tienen suficiente dinero para comprarla, y los hijos de Don Damián quieren venderla y repartirse la herencia.

Aunque Rosa durmió durante gran parte del viaje a Chanco, aún sonaban en sus oídos las historias que el profesor contaba durante el viaje, incluyendo la historia de la “estancia” y el asunto de su herencia. Mientras oía esa historia, recordaba la parcela de su tatarabuela, y pensaba en la cantidad de tiempo que ambos terrenos habían quedado abandonados. Ahora ella estaba en la piscina. Notó que a su alrededor había poca vegetación ornamental, que los edificios del casco necesitaban urgentemente una mano de pintura, y que el bosque rodeaba las inmediaciones del casco en todas las direcciones. Un caballo rompía la monotonía del paisaje, corriendo sin un jinete de un lado a otro, sin acercarse al casco de la “estancia”.

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— “ ¡Jaque! ” — dijo Li Xiaoshang, quien jugaba ajedrez con Marcela Kahn desde hace más de una hora.

— “ ¡Me has dejado sin salida otra vez, Li! ¡Me rindo! ”

— “ ¿Vamos a la piscina un rato? Ya hemos jugado suficiente, ¿no crees? ”

— “ ¡Anda tú, yo voy a ver a los chicos cómo juegan! ”

— “ ... ¿Te gusta el fútbol, Marcela? Porque a mí no me hace gracia, prefiero el básquetbol. ”

— “ A mí me gustan ambos deportes... pero no soy muy buena, lamentablemente. ”

— “ Si quieres te enseño a jugar básquetbol. Soy parte de un equipo muy bueno, nos llamamos «Los Tucos». ”

— “ Estaría muy agradecida. ”

Rosa no tenía muchas ganas de salir de la piscina, pero también estaba interesada en ir a ver a los chicos jugar. También pensaba en que esta sería la última oportunidad en mucho tiempo de interactuar con Rafael, ya que Rosa sentía que debía intentar ganar el terreno perdido. Los problemas que tuvo para pasar octavo básico la tuvieron muy deprimida durante gran parte del año, y Rosa sentía que era por eso que Rafael aparecía cada vez más distante; más que mal, es difícil que alguien se interese por ti si andas siempre bajoneada...

— “ ¡Rosa! ¡Tienes que ayudarme! ”

A Rosa le asustó la repentina aparición de Emilia, quién interrumpió sus pensamientos de manera muy desesperada.

— “ ¿Eh? ¿Qué sucede, Emilia? ”

— “ ¡Hace dos años atrás tú estabas muy gorda! ¡Mírate ahora, estás...! ¿Cómo lo hiciste? ¡Necesito que me cuentes tu secreto! ”

— “ ... Emilia. La verdad es que para mí fue muy difícil... ”

— “ ¡No importa! ¡Estoy dispuesta a todo por deshacerme de... esto! ”

Emilia se tocaba los rollos en su vientre, mostrándole a Rosa de qué estaba hablando.

— “ Oye, pero tú estabas muy entusiasmada con la piscina. ¿Por qué ahora te dio tanta vergüenza? No creo que sea para tanto. ”

— “ ¡Es fácil para ti decirlo! ¡Tú, la Cata, la Marcela, la Sigrid... son tan...! ¡Y la Javiera, por Dios! ¿¡Cómo es posible que esa mujer no tenga guata, si es tremendo animal!? ¡Cómo rayos lo hacen! ¡Dime! ”

— “ ... Bueno... te contaré. Pero antes, déjame decirte que no fue por iniciativa propia. De hecho, yo nunca hubiera hecho lo que tuve que hacer. ”

— “ ¿Quién te dijo que tenías que bajar de peso? ¿Fue Rafael? ”

— “ No. Mi hermana. Un día me apuntó a la guata y me dijo: «Inaceptable». ”

Entonces Rosa le contó a Emilia la historia de cómo Rosa dejó de ser gorda.

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— ... ¿Cuánto tiempo estuviste haciendo eso? — preguntó Emilia.

— ... Creo que empecé la semana siguiente de que salimos de clases, todas las mañanas... hasta fines de enero...

— Vaya... eso explica por qué ahora tienes esa cinturita... y apuesto que tus piernas son puro músculo también.

— Bueno, sí, tengo las piernas muy fuertes ahora. Quizás porque tuve que subir tantos cerros...

— ... Mira, creo que me voy a tomar las cosas con más calma. Tu régimen de ejercicios suena demasiado extremo para alguien como yo. La verdad, no me interesa tener así las medias piernas ni nada, lo único que quiero es bajar la guata...

— ... Lo cual, según dice mi hermana, es lo más difícil de todo esto. No sé, creo que será mejor que hables con ella...

— ... Gracias... pero no, gracias.

Emilia se lanzó a la piscina y nadó hacia el otro lado. En eso llegaron los niños que ya habían terminado de jugar a la pelota.

— ¡Esperen! — les advirtió Li Xiaoshang. — ¡Antes de entrar a la piscina deben ducharse, dijo el profe! ¡No van a meterse todos transpirados a ensuciar la piscina!

— ¡Es cierto! — añadió Rafael — Las duchas están por acá. Síganme.

Algunos de los chicos ya iban camino a las duchas, pero la mayoría iba directo a la piscina. A regañadientes aceptaron ducharse, comprendiendo que debían hacerlo por respeto a las chicas.